Soy afortunado
es terrible
y es terrible
si todavía volás
buscando volar
y yo, suerte impar!
Y por eso quizás,
te digo es más!,
aprecio tu ambigüedad
tu sinceridad
tu ambiguo-sinceridad
tu sincerambigüedad
sinserambigüedad desde ya
nunca más!
Porque, como decías,
nadie se desdice
ni se pone de acuerdo jamás
y si en el aire
todavía me tocás
es un grito inestimable
pero peor es la soledad,
es terrible
y es terrible
si todavía volás
buscando volar
y yo, suerte impar!
Y por eso quizás,
te digo es más!,
aprecio tu ambigüedad
tu sinceridad
tu ambiguo-sinceridad
tu sincerambigüedad
sinserambigüedad desde ya
nunca más!
Porque, como decías,
nadie se desdice
ni se pone de acuerdo jamás
y si en el aire
todavía me tocás
es un grito inestimable
pero peor es la soledad,
estado de no apostar.
Temía yo
mi propio divagar
del que a veces parece
abrís lo anterior
y cerrás lo siguiente
pero ya no escupo,
no dejo de tragar.
Todo tiene un final
que no se cansa de empezar
si apenas callo mis mentiras.
Volvemos a ser
a un sólo tiempo
porque las reglas estallan
contra todo hoy
(y el hoy de hoy
Temía yo
mi propio divagar
del que a veces parece
abrís lo anterior
y cerrás lo siguiente
pero ya no escupo,
no dejo de tragar.
Todo tiene un final
que no se cansa de empezar
si apenas callo mis mentiras.
Volvemos a ser
a un sólo tiempo
porque las reglas estallan
contra todo hoy
(y el hoy de hoy
es de lo más brutal).
Vuelvo a refugiarme
en que quizás,
y si eso no basta
igual, quizás.
Eso basta.
Soy afortunado.
Debo serlo.
Es terrible.
Una necesidad.
De no claudicar.
De no verte atada
al inhabitable lineal,
a los paralelos
que temen su impar.
No es más que mi suerte
la que juega a matar
con tus manos de pólvora
diciendo hasta acá.
No es el naipe quien detiene
su propio azar:
Vuelvo a refugiarme
en que quizás,
y si eso no basta
igual, quizás.
Eso basta.
Soy afortunado.
Debo serlo.
Es terrible.
Una necesidad.
De no claudicar.
De no verte atada
al inhabitable lineal,
a los paralelos
que temen su impar.
No es más que mi suerte
la que juega a matar
con tus manos de pólvora
diciendo hasta acá.
No es el naipe quien detiene
su propio azar:
hace poco más que pares
y enseguida barajar.
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