lunes, 25 de diciembre de 2017

sentido y destino son anagramas y al variar sus estúpidas consonantes pueden joderle la vida a millones

mucha capacidad y poco talento
mucho talento y poco genio
mucho genio y poco trabajo
mucho trabajo y poca motivación
mucha motivación y poca claridad
mucha claridad y poco sentido
mucho sentido y poca objetividad
mucha objetividad y poca voluntad
mucha voluntad y poca inclinación
mucha inclinación y poco tiempo
mucho tiempo y poca pausa
mucha pausa y poco fuego
mucho fuego y poco calor
mucha calor, me adormezco
¿a quién perseguía?

sábado, 11 de noviembre de 2017

ya vas empezando a hablar con ese tono propio de a quien la vida le va quedando chica por nomás andar empequeñeciéndola. a tu alrededor todo es un niño que desconoce tus experimentadísimos pasos pasados, cuando todo lo viviste, eso, que vos ya lo viviste. y sin que te des cuenta se te cierran las puertas como las palabras que dejás de usar, 2 ó 3 por semana, las cosas de pendejos, tu mirada condescendiente. estás listo para tu propio púlpito, el reconocimiento máximo, "aquí uno que ha vivido". y acercándose el fin, estacado fielmente a tu pobre fama (que nadie cree), se irá durmiendo el aire en tu garganta hasta que no quede una sola palabra más, nada nuevo hay en morir.

miércoles, 20 de septiembre de 2017

al verme llegar pensó
"sabe llegar"
y llegué
y me recibió
e hicimos cosas
que creímos felices

al verme quedarme pensó
"sabe quedarse"
y me quedé
y estuvimos juntos
y las horas pasaban
como promesas cumplidas

al verme callar pensó
"sabe callar"
y callé
y no dije
lo que hube de decir
para herir a quien se ama
y dar cuenta de todo

al verme solo pensó
"sabe estar solo"
y me quedé solo
sin mas molestias
que lo no dicho
aquello que hicimos
que fue callar

viernes, 21 de julio de 2017

Es posiblemente cierto el camino recorrido entre aquella soledad soñada en una fría estación de tren y esta soledad posterior, trabajando en el depósito de una galería de arte en la antigua central de espionaje de la Stasi, en el este de Berlin. Ni cálido ni frio sino inexpresivo, el hormigón planchado y latente, la luz blanca. Afuera solo pasos y ecos, gente ignota que pasa y se va. No hay ventanas para ver. El silencio nomás, una ceremonia de dejarme solo conmigo mismo y congelar el mundo en lo que ha de ser el próximo paso: cortar madera, atornillar madera, analizar madera, salir a la calle a tomar un café y un cigarro, subirme al próximo tren que suceda al fin del sueño, donde el mundo será tan solo un regalo a estrenar. No siento sobre mí el peso de la historia, ni de la Stasi ni la propia. Con ambas manos sostengo la percutora y así de fácil hago un agujero indeleble en esta pared cargada de historia. Nada especial. Nada que espiar. La vida se devela sola, con y sin herramientas. Los sueños eran el polvo de cemento que caía de la pared al agujerear. Nada que no vaya al tacho. Nada que no vaya a caer en las manos de alguien mas, para usar con fines tan distintos como otro ser. Me sostengo de la cadera con ambas manos y contemplo el camino recorrido a mi alrededor, mi trabajo en este edificio, toda mi historia en Berlin. Aquella madera debe ser corregida. No hay tiempo para el pánico. Siento caer polvo de cemento sobre mi cabeza. Un agujero en la pared. Entra la luz.

jueves, 29 de junio de 2017

estoy sentado a la mesa en la esquina del bodegón, cerca de la ventana. observo sin ansias el mundo a mi alrededor, el lento deglutir de vino y el lento corroer de la piel. los ojos a mi alrededor ya no inspiran nada, la melodía que se ensaya de fondo está gastada. pero nada de eso logra activar mis vísceras. todo es súbitamente indistinto, y fluido. si no estuviera sentado acá sería exactamente igual, si estuviera en otro lugar me pregunto si sentiría lo mismo. muy probablemente sí, el bodegón se extiende hasta todo mi futuro. el encargado me trae otra copa de vino y deja una observación aguda muy aguda, que me hace reir lento y luego más fuerte, cuando él se fue y nadie me mira. me tapo la cara. la risa no es mía sino de todos o para todos. quiero anotar esa observación. reviso mi mochila y olvidé mi cuaderno, el cuaderno de todas las cosas que van a parar a la seca. estúpido cuaderno, nunca útil. también olvidé la birome pero es lo de menos. quizás le pida papel y birome al encargado, me pongo de pie y me arrepiento. si me ve escribiéndolo pensará que le robo una idea. o no. de cualquier manera ya está. ya es tarde. el momento se fue. el encargado vuelve a pasar cerca de mi mesa y le pido prestada la birome. saco una de las servilletas del servilletero, esas de papel muy fino casi plástico, que quitan seriedad a lo que las rodea y no quitan la grasa. pienso en la frase y casi que la olvido. olvidé una palabra. una importante. no hace tanto sentido escrita así. estúpida memoria. estúpido presente perpetuo. estúpida birome. escribo otra cosa, para rellenar el tiempo y no devolver la birome sin usar. lo que escribo es idiota, no es siquiera un pensamiento sino la excusa de un pensamiento para rellenar el tiempo o una servilleta que quita seriedad a lo que la rodea pero no la grasa. estúpido. pago y me voy. dejo la birome y me llevo la servilleta en el bolsillo, que no dice nada. cuando vuelva a casa seguro se me ocurra algo para escribir. seguro.

nunca estuviste tan linda como el día en que no se te vio más

el arreglo es el siguiente:
te conozco cuando estás mal, algo abajo, inquieta, con ganas de moverte sin saber hacia dónde. ahí me conocés a mí, ligero y afiladísimo en el momento justo, dispuesto a fingir que es magia. los ojos te penetran e inquietan en el lugar mismo donde ya estabas inquieta. pataleás y me puteás pero no me voy porque estamos ahí, y cuando estamos ahí lo sé. la cosa se pone áspera y seguimos, yo veo tus ojos y lo veo. es así. pronto, con algo de fortuna y astucia cósmica, esa segunda vuelta sobre tu inquietud completará la vuelta, y te traerá de vuelta al punto neutro, cero, que se siente como haber hecho un paso hacia adelante aunque estás en el mismo lugar, apenas sintiéndote mejor. entonces me mirás y ya no querés que mis ojos te penetren. ahora yo cargo con tu pesadez, dimos la vuelta y acá estoy del otro lado, soy un recuerdo demasiado fresco, este arreglo que ahora preferís esconder tras esa cortinita oscura junto a tus otros arreglos olvidados. querés pensar en ese cero y nada más, olvidar, aprender otro día. y me dejás porque es mucho para vos. el pasado ahora no importa, decís, mirá lo que es el presente! gracias por todo pero ya está. yo pataleo algo y me voy, cuando se acaba de veras me voy de veras. me llevo los ojos adonde alguien no aburra con su duro bienestar, alguien que necesite mover. dudo que tenga éxito ya que el arreglo es así y no funciona a la inversa, pero me alegro por vos, sinceramente. espero te haya gustado porque odio repetirme. ni se aceptan devoluciones.


miércoles, 14 de junio de 2017

lunes, 15 de mayo de 2017

El cerebro que triunfó

Mi cerebro de miles de años ha sido siempre la insinuación de lo virtual. ¿Desde cuándo existe la virtualidad, o cualquier mundo virtual? ¡Quién pudiera rastrear tal origen sin que esa búsqueda sea, a su vez, nomás otra de las tantas posibilidades de lo virtual! Hoy mi cerebro, impulsado por el tiempo presente, nada sumergido en lo virtual. Ha logrado en efecto desprenderse y escapar, salirse ya de mí y vivir prácticamente en otro lugar. Si se reporta por estos lares es apenas en situación de dolor físico tal que impida su natural perderse en las arenas de su infinito. Durante el día sale al mundo y recoge anécdotas (que luego serán su teoría y el peligro de cualquiera), se funde en melodías de salones irrastreables y ahí nomás presentes, se frota en pantallas ligerísimas buscando la mínima insinuación de amor. El viaje es todoposible en su arrollador andar, y viajando no cesa. A veces es tal su presente en sus mundos virtuales de allá que hasta acá llegan los ecos, algún malestar estomacal, alguna cosquilla en la piel desnuda. Recuerdo todavía nuestra sana ambición cuando creíamos en algún temor de lo virtual, y hacíamos decir a nuestro cerebro que lo virtual seguramente estaba mal, que era excesivo y peligroso. El cerebro, por su parte, no tuvo luego problemas, asumió que aquella exclamación también era una maravillosa y solitaria posibilidad de lo virtual, y siguió adelante sin reparos.

Un día, ya para ayudarlo y ver qué tal, le hice decir que sí, que todo lo virtual sí, como siempre desde siempre y sin descanso alguno, ya que incluso también al dormir sigue en recorrido, quizás con algo de lisergia u otra sustancia virtual más laxativa. Pero no por eso nos convertimos en uno, más bien todo lo contrario. Hoy se desprende de mí con asombrosa facilidad y opera en realidades insólitas, que muchas veces parece tienen la sola intención de desarmarme y regar los fragmentos de mí en cualquier rincón ya indistinto de la realidad virtual. Ha metaforizado hasta el hartazgo el hecho de mi presencia, algo que creía tan valioso. Revuelve mis tripas por la noche bajo la posibilidad de que algo difícil de imaginar pueda estar sucediendo en un lugar incierto. Y al dormir me lo recuerda y cuando despierto ya estaré en otro lugar, en otro de los fragmentos que se alejan y ya no puedo alcanzar. Ya no puedo retomar el control y suponer la posibilidad de una virtualidad simple, única, en tranquila repetición. Cada paso dado puede no ser un paso dado, y el cerebro en su intimidad ríe por la indiscreción y la pequeña broma. Yo me desarmo y decir que sufro por eso sería virtual.

Quizás, eso sí, haga estallar mi cerebro para repartir también sus fragmentos en cada espacio en que cayó, y ya nadie pueda venir a decir cuál es la virtud aquí.
El acontecimiento es la banalización del movimiento. Del todo, que es un constante fluir, obtenemos impresiones adrede congeladas, negaciones infructuosas de la realidad de las cosas. Percibir algo estáticamente, por fuera de su fluir, equivale a avanzar con ojos cerrados. De todo lo que se mueve, cada instante retenido en estado "fijo" es infinito en posibilidades de explicación. Un sólo gesto puede confundir toda la explicación hasta la fecha y disparar la posibilidades de nuevos mundos inverosímiles, absolutos, tiranos en su manera de descubrirse sólo por partes e inabarcables en consecuencia.

Así, un sólo instante explica la realidad de todo pero no lo hace porque también lo hace el siguiente, aquel en que en la foto nuestro rostro, por alguna razón, no explica la situación. No falla el rostro explicando la situación ya que el rostro es la situación. Falla la foto al definirse en rigidez límpida. Si entre dos desconsolados sollozos tomo aire, y en ese tomar aire hay un instante en que el rostro parece de alivio profundo, de descanso abismal, ¿podré retener ese alivio, hacerlo el tiempo y no la pausa? Una foto puede, pero no lo explica. ¿Hay acaso una realidad escondida en ese atisbo de alivio? ¿Acaso el cuerpo, al sentirse desplomado, agradece el justificado sedentarismo del que, triste, no tiene fuerzas para más que llorar?

La percepción del instante es la injusticia que cada uno comete al seccionar la realidad para conformar bloques que conformen una realidad simple, en bloques. A cada instante percibido uno aplica el mundo con toda intensidad como si le fuera propio y fuera perfecto. Todo anda haciendo sentido todo el tiempo y no es necesario justificarlo. Es menester dejarlo andar, porque sólo cada mundo podrá ser infinito cuando no restrinja al siguiente mundo, el movimiento ha de ser perpetuo y ninguna maravilla ni ninguna desgracia logrará detenerlo jamás.

Lo peor hoy, lo mejor hasta ayer

Tenemos la suerte de no ser los únicos en nada. Y hay en esa suerte suficiente apoyo emocional para cualquiera, e igual cantidad de amnesia popular. Algún día, en el futuro, cuando se descubra lo ordinarios que fuimos y ya no seamos recordados por nada, no sabremos si hemos amado, si hemos sido movilizados por ello, si fuimos impulsores o detractores de una época, si preferíamos el otoño a la primavera, si sufríamos por indignación o, ligeros, contemplábamos la llegada de este último gesto con que el cosmos nos libera de todo.
Cuando ese día llegue serás igual a tu adversario, a tu indistinto, y, quién sabe, quizás incluso, y sólo entonces, seas igual a quien amaste.

viernes, 24 de marzo de 2017

verdaderamente es imposible saber
hacia dónde lleva el viento,
me entusiasmo
cual idiota barranca abajo
y verdaderamente me muevo,
algo cambia,
pero nunca estuve acá
es imposible saber;
algo me ataca
todo el tiempo
eso nunca cambia;
y sabe por dónde
o no atacaría,
no me haría mover
huir en busca del viento
que quien sabe si sabe,
quizás no sabe
quizás estoy siempre
en el mismo lugar
donde mis vicios,
donde vea reflejos de pasados que se reflejan,
donde siempre mi pierna izquierda
es un centímetro más larga que la derecha;
eso nunca cambia,
nunca huye,
como la brisa que no avanza
y acompasa toda parálisis



lunes, 6 de marzo de 2017

suscribe ciegamente
a su ceguera prescrita
con pasión sin foco;
no alcanza a distinguir
los puntos de comprensión
entre tu y tu
y yo y yo
y tu y yo
y yo y tu
ni con todo su fervor!
no hay zanahoria
para el ojo ciego
y atropella igual, sin más,
ya sin tantear,
deliberado y eficaz
al pertenecer inútilmente a todo
sin poder abstraerse
en la fe del espejo,
pertenece a todo
y llora de emoción
se caga de tristeza
y respira francamente,
así devuelve
el mar y la tierra,
indistintos le son
pues le pertenecen,
todo puede tocar,
aunque pierda un brazo
cada vez
todo puede tocar,
y no cesa,
no observa,
cuando cae
lo rescata el mar,
lo acuna la tierra.








lunes, 6 de febrero de 2017

i was just about on the verge of saying
no
that's not it
that is not it
i nearly got somewhere
almost on my mind the place we dream of
i did it
i got there
i was not nearly there
i said it many times before
the place differs from the place
in constance
days get essentially shorter as we live many
as far as we live as far we go
from the place
we go from the place
and eventually the vapors rise
to reach its peak
which is not a place
but again
a certain condensation
for whatever reason
to be constantly on the verge
never nowhere
never there
say whatever
any place is unlikely
and still we go
across
and away

miércoles, 1 de febrero de 2017

estábamos en el centro
excepto el deseo
que, fácil, limpiaba todo
porque hundía un anzuelo
en el miedo
a vivir sin deseo,
como si fuese posible
vivir sin amar,
como si pudiésemos
ser lo que no somos
al seguirte en la calle
y creer que ya alcanzará
ha sido un malentendido
que lo quiera entender,
el fuego es ahora su pelo
y su cuerpo un mar
cuando mi barca, cansada,
se deja llevar
y ella, sirena,
llega, llega,
sin mirar,
siquiera bailando
como mi cuerpo
al ya no pensar

martes, 31 de enero de 2017

simple fue
engañarme de lo contrario
a lo que hubo de su engaño,
hoy por hoy me desengaño
apenas
y ya ni gano,
ellos han dictado la órbita
y yo el combustible
la inercia
la sinrazón,
el justo medio
en un eje de engaños

viernes, 27 de enero de 2017

Lamo la hoja virtual
la saliva brilla sobre la frente de mi sien de píxel
el yo otro yo que me mira lamido por mí
la lámina de cara vitral donde se impregna todo
mi cara idiota frente a blanco
pegada por la saliva que se seca
en el espacio virtual
nada queda lamido al fin
las pieles se secan
y accionan el olvido
propio del desencuentro
de la pantalla lamida
que nunca se moja