ausencia colma espacios muertos
que yo no comprehendo,
como la manchita oscura
se impone a la pared blanca
y redunda en la acción,
la causa y consecuencia
de todo lo blanco
(así nos han confundido siempre).
no era posible vivir con ella
ya que no paga alquiler
y se come la mitad de mi comida
o embriaga la mitad de mí
la que nunca deja de embriagarse
a costa de mí.
si la saco a pasear se escapa
apenas para tentarme
e intento fugarme,
practicar cotillón,
pero llega a casa
antes que yo,
me abre la puerta,
me abraza
y no siento nada en los brazos
como péndulos
pedantes
impedantes.
en el espejo es el silencio
que sucede al propio chiste
cuando de mí quiero reir,
una explosiva falta de aplausos
y una gota lenta que no acaba
ni calla.
es el sol que se mueve reptando
por el patio
y conspira con las plantas
para no decir nada
y abismarme
entre los pliegos del aire.
si me ofusco
y me lanzo al teclado
en busca de mis armas
detona un zumbido en la mente
y ni la rozo
callo
con los dedos imposibles,
inhabitables,
y me abraza
desarmando la ecuación
que conforme su materia.
grito, con sangrecita por respuesta,
y se empapa del eco,
de los rincones,
ilustrando los excesos de mi falta.
algún día, con ojos más lejanos,
seremos un sólo hábito,
yo seré la ausencia
conspirando en silencio
contra cualquier inercia,
cualquiera que me lleve
a no repetir
eso de verla amagar
y huir:
qué otra cosa
dura para siempre
sino las ausencias?
No hay comentarios:
Publicar un comentario