miércoles, 29 de mayo de 2013

volverse

el mundo lo invitaba ahora a retirarse, elegantemente lo acompañaba hasta el fin con reverencias de sombrero y caras magras por detrás cerrando el decorado miope, secándose entre puntos finales.

nuestro antihéroe. callado. agotadas sus grandes palabras pequeñas monedas. sólo se interrumpe de tos, tosiendo con la certeza de no esperar otra cosa, el último ladrido de la luna. pensó en apurarse y sus piernas no. rengueaban lento detrás de los últimos latidos del pecho desinflado de bocanadas rancias, ásperas, cortando el aire por entre esos dientes malos.

su propia manchita en el piso mientras avanzaba hasta el mueble le evocó todo eso que supo, todo eso que dejó de saber. supo de belleza y de sagacidad, claros y oscuros. tuvo sus bichos. y ya no sabe más.

se arrastró hasta el cajón final donde el arma cargaba el gesto final. lo abrió con dificultad y el cajón, está vacío. puta, putea, vomita antes de tragar sin siquiera la fuerza y se atraganta y cae como una lágrima sobre el suelo alfombrado, quieto de desesperación, buscando un ojo que le devuelva la ventana. el párpado cierra una coma y abre un pecho blando de gusanos, dejando escapar el perfume amargo del fin del recuerdo fermentando desde la sien, a la altura de sus pies.

ya no late.
yace suspendido sobre un punto final.

viernes, 17 de mayo de 2013

te voy a tirar un paso

El pie le caía de aburrido, uno después de otro, un oficio cíclico que simulara la sinergia del universo que, por desposeer la capacidad de entenderlo, le aburría pero seducía igualmente. "la histeria circular del todo", se decía, un gran 'casi' de paredes duras contra esa cabeza que reincidiría mil veces en el suicidio casi oportuno de pensar. el permanente golpe grande y obvio, aburrido por obvio. es tan obvio lo que no conoce que su pie cree apenas estar siguiendo un ritmo, como penetrando algún tiempo superior por el puro afán de penetrar, de no sentir que todo ese "estar adentro" sea tan afuera. no lo entiende, y entonces camina. es una forma de no defenderse, de conseguirse su pan.
y después respirar.

jueves, 2 de mayo de 2013

pagadiós

la vida es muy mal paga.
pero luego recuerdo que, para que pague, hay que hacerla valer.
porque así, de primeras, te sacan de un vientre y no valés más que 3,564kg. o aparecés tranquilamente muerto de un parto en un pasto y valés lo que vale una pancarta que lleva tu nombre nunca escuchado frente a una comisaría. y eso corre el riesgo de valer poco.
entonces salís y la hacés valer. dedicás toda tu vida a hacerla valer y que te la valgan. un millón de horas y cuarenta colores de canas. expansión cerebral y airados discursos con la inmortal ilusión de que se diga "este pibe vale mucho". pero igual les cuesta pagar, quieren que valgas más de lo que te pagan para que nunca dejes de hacerte valer y hagas valer cada peso que te pagan, aunque a veces pases un poquito de hambre.
y entonces te tentás de robarles, de hacerte valer por tu cuenta. pero después te dicen que así valés menos. que encima vas preso y volvés con cicatrices de amor de un tal gordo valor, y la devaluación puede ser casi catastrófica.
yo valgo, yo valgo. me intento poner un precio pero me guardo un resto, ese perfume interior que no tiene precio. y pienso que es eso justamente lo que tiene valor, lo demás es el mercado de frutos. y el mercado a veces huele pésimamente, no quiero manchar mi valor.
basta, me subo al tren y me voy. hay que tomarse muchos trenes para empezar a valer. cuando llego mi jefe me dice que valgo, pero que si le remito mucho más, voy a valer un poco más. y aprendo valores, me enseñan a valorarme aunque, a la noche, cuando caigo solo, esos vales aparentan un idioma que no entiendo o que simplemente no responde a mis preguntas.
ahora no entiendo cuánto valgo. no entiendo si valgo. si pusiera mi carne en venta? ya llegué a 70kg (mi valía económica no se ha multiplicado tanto como mi peso), eso debería valer. un tiburón podría comerme y disfrutarlo, pagaría el precio de un buen almuerzo, 100 pesos, y eso es 5 veces el valor que se me paga por hora que es casi más tiempo que el que le llevaría a un tiburón comerme y disfrutarlo.
algo debo valer. pero nadie se anima a decirme cuánto. algunos me hacen creer que ser pobre no vale, otros que ser rico vale mucho menos, que después tu vida se convierte en una búsqueda de valor que acaba en un cajón cuando ya no valés más que el peso de unos gusanos que te comen porque sí, porque valés lo que valés, que es un suspiro.