jueves, 3 de septiembre de 2015

Cálido

El naranja y el amarillo están tan cerca que me cuesta determinar cuál es más feo. En una pintura donde caberían miles de azules y verdes y ocres y hasta un negro indiferente, debo hincharme los pulmones de naranja o amarillo, y no es fácil saber cuál queda más feo. Los jefes de la paleta gritan desde el podio, a un metro de altura, un metro de daltonismo. Naranja no es amarillo! Amarillo no es naranja! Naranja es mil amarillos pero con todo de naranja! Amarillo es después de naranja pero desde mucho antes! La suma de naranjas es más que la suma de amarillos! El amarillo es más flúor! Elige: amarillo o naranja. Todo lo demás es sueño, idealismo lisérgico.
Me resisto y no es inútil, pero es indiferente. Llevo un pincel lo suficientemente pequeño como para ahogarme en una gota de pintura que pinta una pared que no decora a nadie. Mis colores no llenan globos. Mis colores no revientan en tu cara.
Ya me sé de memoria todo el discurso de los colores cálidos. Me inclino por los fríos y osan dejarme sólo. "Pintás para vos". Si, y no vendo. Tampoco compro. Esta paleta se almacena al final del recuerdo, donde no me interesa llegar ni almacenar. Son un color de fondo que hace justicia, pero la justicia también tiende a la indiferencia. "Necesitamos cálidos. Ésto hay que venderlo nene". Qué tenue sabe la lógica de mercado! Se digiere cual deglución de banderas contra-decolorantes oscilando entre el naranja y el amarillo, y ni siquiera abarcando el ínfimo campo que hay entre ellos, que sería peligrosamente igual: dos soretes del mismo color.
No insisto más. Me llevo esta pausa al lienzo pobre donde todavía hay espacio para pintar, y la única urgencia es no haber derramado exageraciones a cambio de sonrisas de mano rápida. Me quedo sólo. Contra una pared que no pide ni un cálido más.
y ahora
al revés
quizás humor
quizás estrés
a ver si vés
como es
un palo en el culo
del revés
y que puedas reír
justo después
de no entender:


soy vos!
soy no vos!
no soy yo!
soy un mono!
al revés!
vení!
más cerca!
no se te ve!
nadie te quiere ver!
yo te quiero ver!
y romper!
soy vos!
sin tocarte jamás!
pero agarrá!
chupala!
sin tocarla!
no mata!
yo te mato!
yo te amo!
soy vos!
no soy yo!
soy peor!
ni como el sol!
ni el culo de un reloj!
me ves!
si nunca estoy!
estoy dando vueltas!
en tu culo al revés!
tocame!
no, me fui
a soplarte la sien!
desde el tren
idiota tren
no es exprés!
es mejor a vos
nada de yo!
nunca el sol!
nunca salir de vos
y ahí estoy!
soy tu mono!
el eco de no ver!
explicame!
sin tocarme!
no te quiero ver!
soy vos!
no lo ves!
tocame
la sien!
no me duele
ya me fui
a comer
pan o miel

miércoles, 2 de septiembre de 2015

No encuentro inteligencia en mí para creerte, a vos que venís con ideas muy santas y toda una maquinaria de realización que llega a tus manos por razones que nunca podrías entender sin matar lo que hacés. Con tu divisoria de aguas te conformás para dejar de lado todo el otro lado del andén, los que no viajan con vos, los que les toca viajar en hora pico y comerse un sandwiche plastificado en la estación y otro a la vuelta. ¿Cómo podés decir que de tu lado está la belleza? ¿Cómo podrías ver por fuera de tus elegantes pestañas del culo?

La complejidad infinita de cada pequeña acción es radical y cada día más, y apenas alcanza para ver cómo se diluye perpetuamente el ser y sólo poder volver a cero, para quien se atreve a mover. Y con todo lo que hoy ya tragaste todavía venís a moralizar. No te alcanza con saber lo poco que ves, sino que encima te zarpás y me venís a decir que eso debe ser lo mejor. Osás hablar de belleza ulterior y sólo me hablás de vos. ¿Dónde está tu tacto amazónico? ¿Dónde dejaste esa sed de amar el beber y no el saciarse?

Cuánta justicia te hiciste. Mataste a toda una mitad con pocas palabras, desde la mesa de un café, donde no hacía calor ni frío y la cucharita la agarrabas vos con alguna de tus dos manos porque nadie te dijo nunca que eso pudiera también ser una simple estupidez.

Si vos encontrás razón para creerte, supongo es porque apenas sos un experimento como yo y aquel, pero vos sos uno muy fiel. Servís a la decadente polarización y, mal que te pese, hace rato venimos buscando el centro. Será muy dulce el sabor para cuando se es vos, pero no deseo el gusto amargo de tu boca al apagarse. Porque te va a faltar toda una mitad y no te va a quedar ni una gota de saliva para imaginar lo que dejaste todo alrededor, del otro lado del andén que es un espejo.