lunes, 12 de septiembre de 2016

la belleza del ritmo es que cuando se lo encuentra es imposible mentirle, es imposible otra cosa, en fugaces ilusiones podemos creer que con algo de intelectualidad, radicalidad, progresismo, podemos cambiar el ritmo, hacer otra cosa, mudar mudar mudarlo, pero si es ritmo es ritmo y no es otra cosa, una cosa en sí, la cosa más unívoca en el espacio de las cosas. escuché decir una vez que todo es luz, no sé si el ritmo también es luz. todo lo vemos en luz pero también vemos cosas de cualquier cosa y la certeza del ritmo excede a la luz, a lo que vemos, no es solamente una cosa ahí sino la certeza de esa cosa exactamente ahí lo que determina el ritmo, lo que percibimos como ritmo, enotnces por fuera de la luz está el sentido de la luz? es la propia luz la que abre el portal para atravesar la luz, para ver más que luz? la luz se agota y el ritmo todavía no, el ritmo no tiene que estar existiendo todo el tiempo para seguir siendo ritmo, pueden pasar 300 billones de años sin el más mínimo indicio de ritmo, pero luego dos partículas se abrazan y compensan a todas las demás y entonces ahí eso es el ritmo, que no sabemos de dónde viene ni hacia dónde va pero es eso, cuando vemos las partículas abrazarse nos abrazan a todos y nos atraviesa un rayo por el centro entre el pecho y el estómago y nos teje en la misma red del cosmos, todo decanta en un sólo instante y luego es otra cosa, esa certeza ya es, aunque luego el espacio de pausa del ritmo disperse todo pensamiento (que es la base fundacional del pensamiento) creyendo que entramos en una era de nada, todos sin poder sentir el espacio entre el pecho y el estómago hasta que otra vez, casi por capricho pero con una lógica tan exacta que pareciera que el espacio se deshace (función de la lógica, deshacer la lógica), el ritmo vuelve a marcar el ritmo, entonces se percibe un sentido o una cadencia o una marcha o un movimiento entre cosas que se acercan y se alejan llenando parejamente el espacio vacío del espacio. la luz lo sostiene. el pensamiento es el murmullo moribundo en el silencio entre dos tiempos, la pausa que se toma el ritmo para dar espacio a los viciosos a que vuelvan a viciarse y adoren el ritmo, la única certeza a ojos cerrados.

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