miércoles, 21 de septiembre de 2016

little volts

Podría ser perfectamente que me estoy prendiendo fuego o que una corriente eléctrica descarga entera sobre mí, no puedo rastrearla, no es esta silla de apoyabrazo metálico ni ningún cable pelado acariciando mis conductores pies, quizás es mi cabeza que parece poder imaginar todo, dicen. O es la silla quejándose en mis palabras de que la corriente soy yo y que estoy quemando todo, todo lo que toco, todo lo que estoy por tocar. ¿Porqué sino soy un día todo un fuego y al siguiente toda la ceniza, y mi trabajo es apenas el de quien junta las cenizas y remodela la figura de un hombre similar al de ayer que también deba quemar para ser cada vez menos igual sin percibirlo, sin salir del fuego que es la única constante? La imitación perfecta es imposible, lo saben el imitador y el imitado, y me voy desarmando en partes y me desespero por lucir igual que ayer para que todos vean que soy el mismo de ayer y nadie sospeche que cuando me siento en una silla a escribir estoy atravesado por el fuego, la corriente, el deseo de permanecer aquí o escaparme como el aire.






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