lo primero que hace
es dejarte sólo
pues porque todo el frío
no deja espacio a duda;
"sos vos
quien debe revolver
los sucios cajones
buscando abrigo
cualquiera
el menos peor!";
no pienses en oler
toda la naftalina,
en tus pares de medias
que huelen tan mal;
acostate y no descanses,
dejá los ojos abiertos
hasta que se sequen
acabando la lágrima
lavando la ausencia;
abrazate,
con tus brazos sin fuerzas,
con los sueños agazapados
riendo por su cuenta
en la mayor de las distancias;
pedí las cosas que tengas
apenas a mano:
humo, temblor, paciencia,
y que venga él
a hacerse rey;
que te aplaste
al mínimo chiflete,
te saque absolutamente
y te quedes quieto,
respirando,
contando cada segundo
para hacer de cuenta
que no existen;
no es lo que esperabas
y esperar es igual a nada,
tus escamas caen
y tu piel desnuda
es el frío y vos;
sentí cómo es
que no existís,
entumecidas las manos
y los pies
y ningún descanso
que justifique andar;
y tu pequeña mente
todavía debes callar
para no quemar la esperanza
de que sea posible
morir esta tarde
de frío y ansiedad
y que el cuerpo resista
el propio despertar;
pero no desprecies
el más mínimo sentir
pues la semilla recordará
la forma de recordar
y si cerrás los ojos
no nos podrás contar
como es que quiebra la luz
esa inquebrantable oscuridad:
si no lo mirás a los ojos
nunca sabrás
cuándo has dejado de esperar.
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