me estalla esta tarde
en la nariz,
mis pies se muerden los pies
de atardeceres gris
en el atragantamiento urbano,
me retuerce
la columna de plomo
o arrastro las manos como monedas,
y se cierra como un pasillo
de cuatro paredes
de eco propio
y me estalla.
En la noche
mejorará
(siempre dicen)
miércoles, 17 de julio de 2013
miércoles, 29 de mayo de 2013
volverse
el mundo lo invitaba ahora a retirarse, elegantemente lo acompañaba
hasta el fin con reverencias de sombrero y caras magras por detrás
cerrando el decorado miope, secándose entre puntos finales.
nuestro antihéroe. callado. agotadas sus grandes palabras pequeñas monedas. sólo se interrumpe de tos, tosiendo con la certeza de no esperar otra cosa, el último ladrido de la luna. pensó en apurarse y sus piernas no. rengueaban lento detrás de los últimos latidos del pecho desinflado de bocanadas rancias, ásperas, cortando el aire por entre esos dientes malos.
su propia manchita en el piso mientras avanzaba hasta el mueble le evocó todo eso que supo, todo eso que dejó de saber. supo de belleza y de sagacidad, claros y oscuros. tuvo sus bichos. y ya no sabe más.
se arrastró hasta el cajón final donde el arma cargaba el gesto final. lo abrió con dificultad y el cajón, está vacío. puta, putea, vomita antes de tragar sin siquiera la fuerza y se atraganta y cae como una lágrima sobre el suelo alfombrado, quieto de desesperación, buscando un ojo que le devuelva la ventana. el párpado cierra una coma y abre un pecho blando de gusanos, dejando escapar el perfume amargo del fin del recuerdo fermentando desde la sien, a la altura de sus pies.
ya no late.
yace suspendido sobre un punto final.
nuestro antihéroe. callado. agotadas sus grandes palabras pequeñas monedas. sólo se interrumpe de tos, tosiendo con la certeza de no esperar otra cosa, el último ladrido de la luna. pensó en apurarse y sus piernas no. rengueaban lento detrás de los últimos latidos del pecho desinflado de bocanadas rancias, ásperas, cortando el aire por entre esos dientes malos.
su propia manchita en el piso mientras avanzaba hasta el mueble le evocó todo eso que supo, todo eso que dejó de saber. supo de belleza y de sagacidad, claros y oscuros. tuvo sus bichos. y ya no sabe más.
se arrastró hasta el cajón final donde el arma cargaba el gesto final. lo abrió con dificultad y el cajón, está vacío. puta, putea, vomita antes de tragar sin siquiera la fuerza y se atraganta y cae como una lágrima sobre el suelo alfombrado, quieto de desesperación, buscando un ojo que le devuelva la ventana. el párpado cierra una coma y abre un pecho blando de gusanos, dejando escapar el perfume amargo del fin del recuerdo fermentando desde la sien, a la altura de sus pies.
ya no late.
yace suspendido sobre un punto final.
viernes, 17 de mayo de 2013
te voy a tirar un paso
El pie le caía de aburrido, uno después de otro, un oficio cíclico que simulara la sinergia del universo que, por desposeer la capacidad de entenderlo, le aburría pero seducía igualmente. "la histeria circular del todo", se decía, un gran 'casi' de paredes duras contra esa cabeza que reincidiría mil veces en el suicidio casi oportuno de pensar. el permanente golpe grande y obvio, aburrido por obvio. es tan obvio lo que no conoce que su pie cree apenas estar siguiendo un ritmo, como penetrando algún tiempo superior por el puro afán de penetrar, de no sentir que todo ese "estar adentro" sea tan afuera. no lo entiende, y entonces camina. es una forma de no defenderse, de conseguirse su pan.
y después respirar.
y después respirar.
jueves, 2 de mayo de 2013
pagadiós
la vida es muy mal paga.
pero luego recuerdo que, para que pague, hay que hacerla valer.
porque así, de primeras, te sacan de un vientre y no valés más que 3,564kg. o aparecés tranquilamente muerto de un parto en un pasto y valés lo que vale una pancarta que lleva tu nombre nunca escuchado frente a una comisaría. y eso corre el riesgo de valer poco.
entonces salís y la hacés valer. dedicás toda tu vida a hacerla valer y que te la valgan. un millón de horas y cuarenta colores de canas. expansión cerebral y airados discursos con la inmortal ilusión de que se diga "este pibe vale mucho". pero igual les cuesta pagar, quieren que valgas más de lo que te pagan para que nunca dejes de hacerte valer y hagas valer cada peso que te pagan, aunque a veces pases un poquito de hambre.
y entonces te tentás de robarles, de hacerte valer por tu cuenta. pero después te dicen que así valés menos. que encima vas preso y volvés con cicatrices de amor de un tal gordo valor, y la devaluación puede ser casi catastrófica.
yo valgo, yo valgo. me intento poner un precio pero me guardo un resto, ese perfume interior que no tiene precio. y pienso que es eso justamente lo que tiene valor, lo demás es el mercado de frutos. y el mercado a veces huele pésimamente, no quiero manchar mi valor.
basta, me subo al tren y me voy. hay que tomarse muchos trenes para empezar a valer. cuando llego mi jefe me dice que valgo, pero que si le remito mucho más, voy a valer un poco más. y aprendo valores, me enseñan a valorarme aunque, a la noche, cuando caigo solo, esos vales aparentan un idioma que no entiendo o que simplemente no responde a mis preguntas.
ahora no entiendo cuánto valgo. no entiendo si valgo. si pusiera mi carne en venta? ya llegué a 70kg (mi valía económica no se ha multiplicado tanto como mi peso), eso debería valer. un tiburón podría comerme y disfrutarlo, pagaría el precio de un buen almuerzo, 100 pesos, y eso es 5 veces el valor que se me paga por hora que es casi más tiempo que el que le llevaría a un tiburón comerme y disfrutarlo.
algo debo valer. pero nadie se anima a decirme cuánto. algunos me hacen creer que ser pobre no vale, otros que ser rico vale mucho menos, que después tu vida se convierte en una búsqueda de valor que acaba en un cajón cuando ya no valés más que el peso de unos gusanos que te comen porque sí, porque valés lo que valés, que es un suspiro.
pero luego recuerdo que, para que pague, hay que hacerla valer.
porque así, de primeras, te sacan de un vientre y no valés más que 3,564kg. o aparecés tranquilamente muerto de un parto en un pasto y valés lo que vale una pancarta que lleva tu nombre nunca escuchado frente a una comisaría. y eso corre el riesgo de valer poco.
entonces salís y la hacés valer. dedicás toda tu vida a hacerla valer y que te la valgan. un millón de horas y cuarenta colores de canas. expansión cerebral y airados discursos con la inmortal ilusión de que se diga "este pibe vale mucho". pero igual les cuesta pagar, quieren que valgas más de lo que te pagan para que nunca dejes de hacerte valer y hagas valer cada peso que te pagan, aunque a veces pases un poquito de hambre.
y entonces te tentás de robarles, de hacerte valer por tu cuenta. pero después te dicen que así valés menos. que encima vas preso y volvés con cicatrices de amor de un tal gordo valor, y la devaluación puede ser casi catastrófica.
yo valgo, yo valgo. me intento poner un precio pero me guardo un resto, ese perfume interior que no tiene precio. y pienso que es eso justamente lo que tiene valor, lo demás es el mercado de frutos. y el mercado a veces huele pésimamente, no quiero manchar mi valor.
basta, me subo al tren y me voy. hay que tomarse muchos trenes para empezar a valer. cuando llego mi jefe me dice que valgo, pero que si le remito mucho más, voy a valer un poco más. y aprendo valores, me enseñan a valorarme aunque, a la noche, cuando caigo solo, esos vales aparentan un idioma que no entiendo o que simplemente no responde a mis preguntas.
ahora no entiendo cuánto valgo. no entiendo si valgo. si pusiera mi carne en venta? ya llegué a 70kg (mi valía económica no se ha multiplicado tanto como mi peso), eso debería valer. un tiburón podría comerme y disfrutarlo, pagaría el precio de un buen almuerzo, 100 pesos, y eso es 5 veces el valor que se me paga por hora que es casi más tiempo que el que le llevaría a un tiburón comerme y disfrutarlo.
algo debo valer. pero nadie se anima a decirme cuánto. algunos me hacen creer que ser pobre no vale, otros que ser rico vale mucho menos, que después tu vida se convierte en una búsqueda de valor que acaba en un cajón cuando ya no valés más que el peso de unos gusanos que te comen porque sí, porque valés lo que valés, que es un suspiro.
viernes, 7 de septiembre de 2012
reflejo en constancia.
Un puente rodeado de fragmentos de túnel que impiden la visión clara de la transformación de las circunstancias, hasta que parpadeo sobre el estado final con un mundo irreversible, las cartas echadas vuelan hasta el viento que condena la emoción del recuerdo. No se alcanza a ver un horizonte pero la niebla es agradable, digna confusión que suda desde el puro río y despierta mi piel, otra vez. El aire es un capricho más en cuanto el cielo muere y quedamos nosotros, con los pies en tránsito y nada en el bolsillo con qué negociar más que la última lágrima.
martes, 22 de mayo de 2012
apocalipsis know
you should know that i know what you know that they know and everybody knows but don't know how to say.
You know?
-
You know?
-
martes, 24 de abril de 2012
roto a nuevo
El tiempo avanza desde adentro en un baile de roces con el espacio, y se definen y me definen y me dejan sólo con la cáscara de consuelo que lleva una nota que dice que la cáscara no es siquiera de ayer.
Los platos caen de mi mano y golpean el piso, y se parten en miles de piezas inútilmente incontables. Pero cuando giro y miro atrás entiendo que ya no son platos, y que tampoco están rotos. Y entonces la música y el baile, el pie sangrante y la puta que te parió.
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