la vida es muy mal paga.
pero luego recuerdo que, para que pague, hay que hacerla valer.
porque así, de primeras, te sacan de un vientre y no valés más que 3,564kg. o aparecés tranquilamente muerto de un parto en un pasto y valés lo que vale una pancarta que lleva tu nombre nunca escuchado frente a una comisaría. y eso corre el riesgo de valer poco.
entonces salís y la hacés valer. dedicás toda tu vida a hacerla valer y que te la valgan. un millón de horas y cuarenta colores de canas. expansión cerebral y airados discursos con la inmortal ilusión de que se diga "este pibe vale mucho". pero igual les cuesta pagar, quieren que valgas más de lo que te pagan para que nunca dejes de hacerte valer y hagas valer cada peso que te pagan, aunque a veces pases un poquito de hambre.
y entonces te tentás de robarles, de hacerte valer por tu cuenta. pero después te dicen que así valés menos. que encima vas preso y volvés con cicatrices de amor de un tal gordo valor, y la devaluación puede ser casi catastrófica.
yo valgo, yo valgo. me intento poner un precio pero me guardo un resto, ese perfume interior que no tiene precio. y pienso que es eso justamente lo que tiene valor, lo demás es el mercado de frutos. y el mercado a veces huele pésimamente, no quiero manchar mi valor.
basta, me subo al tren y me voy. hay que tomarse muchos trenes para empezar a valer. cuando llego mi jefe me dice que valgo, pero que si le remito mucho más, voy a valer un poco más. y aprendo valores, me enseñan a valorarme aunque, a la noche, cuando caigo solo, esos vales aparentan un idioma que no entiendo o que simplemente no responde a mis preguntas.
ahora no entiendo cuánto valgo. no entiendo si valgo. si pusiera mi carne en venta? ya llegué a 70kg (mi valía económica no se ha multiplicado tanto como mi peso), eso debería valer. un tiburón podría comerme y disfrutarlo, pagaría el precio de un buen almuerzo, 100 pesos, y eso es 5 veces el valor que se me paga por hora que es casi más tiempo que el que le llevaría a un tiburón comerme y disfrutarlo.
algo debo valer. pero nadie se anima a decirme cuánto. algunos me hacen creer que ser pobre no vale, otros que ser rico vale mucho menos, que después tu vida se convierte en una búsqueda de valor que acaba en un cajón cuando ya no valés más que el peso de unos gusanos que te comen porque sí, porque valés lo que valés, que es un suspiro.
Vale, tío!
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