nunca aprendí
de las velocidades de las formas
y por sentarme a observarlas
he quedado atrás
lunes, 25 de julio de 2016
viernes, 22 de julio de 2016
zapping a oscuras
no pensamos nada
nomás un zapping cerebral no pudiente
ni concluyente
como un guiso que no alcanza
y le sobra agua;
entre dos diapositivas
cada vez
una tuya
pequeña luz
espinitas en la piel
que aceleran
el tema del zapping
y vuelven chocando los trenes
pártese el asfalto en un aterrizaje
morimos de hambre en lugares invisibles
y también un bello atardecer
porqué?
porque uno no se ahoga de un momento a otro
y pienso "y si entonces...?
no
no pienso
es parte del zapping
es un estallido en cámara lenta
expansivo
dibujando probabilidades
desparramando el cerebro
en la puerta de la estación
donde choca el mundo
con la realidad
y entre dos diapositivas
una tuya
pequeña luz;
venga la noche
y apague el control remoto
justo entre diapositivas
donde escapes a la luz
nomás un zapping cerebral no pudiente
ni concluyente
como un guiso que no alcanza
y le sobra agua;
entre dos diapositivas
cada vez
una tuya
pequeña luz
espinitas en la piel
que aceleran
el tema del zapping
y vuelven chocando los trenes
pártese el asfalto en un aterrizaje
morimos de hambre en lugares invisibles
y también un bello atardecer
porqué?
porque uno no se ahoga de un momento a otro
y pienso "y si entonces...?
no
no pienso
es parte del zapping
es un estallido en cámara lenta
expansivo
dibujando probabilidades
desparramando el cerebro
en la puerta de la estación
donde choca el mundo
con la realidad
y entre dos diapositivas
una tuya
pequeña luz;
venga la noche
y apague el control remoto
justo entre diapositivas
donde escapes a la luz
miércoles, 20 de julio de 2016
selfbreak yourself
take a break
fall asleep
sleep sound
sleep for sleeping
for not knowing
if you'll come back
if what if,
well, you sleep
and you go deep
blank
beyond the point
of things
beyond all self
and all traceable god;
don't just come back
light and fresh
hoping that this
is the tomorrow of yesterday;
take that break
break into it
till it floats
in the midst of nothing
and you're
but a ¡swoosh!
a soft one
breezy and tender;
wake up then
to another place
one you've never seen
and freak out
then chill again
you were only sleeping
it's the same shit
one day shorter
¡swoossshhhhh!
fall asleep
sleep sound
sleep for sleeping
for not knowing
if you'll come back
if what if,
well, you sleep
and you go deep
blank
beyond the point
of things
beyond all self
and all traceable god;
don't just come back
light and fresh
hoping that this
is the tomorrow of yesterday;
take that break
break into it
till it floats
in the midst of nothing
and you're
but a ¡swoosh!
a soft one
breezy and tender;
wake up then
to another place
one you've never seen
and freak out
then chill again
you were only sleeping
it's the same shit
one day shorter
¡swoossshhhhh!
martes, 19 de julio de 2016
[Extracto de otra cosa]
Ahora me acuerdo de todas las metáforas y bellas imágenes sobre la primavera que desde chicos nos hicieron repetir, aprender, soñar. ¡Todas! Aunque ni una podría recitar, ni una volvería a ser palabra, porque los sueños son ajenos a la palabra, apenas quizás anteriores a ella, quizás un resultado, así como la primavera es ajena al invierno y no podemos determinar si es causa o consecuencia de él. Todo en mí busca fogosamente la metáfora de la primavera, la manera de olvidar el invierno, de ver la belleza erguirse por sobre todas las palabras que inundan el decorado como el humo de una hoguera en una noche fría, muy fría. ¿Y vuelve otra vez la metáfora? ¿Se agota? ¿Se detiene el tiempo finalmente en invierno o en primavera?
Es condición de la belleza su fugacidad, su rayo cálido que cae sobre nosotros como una proyección, no es nosotros. Nosotros volvemos siempre al estado original y primitivo del invierno, el aire frío prendido a los huesos desde adentro. Lo más íntimo que podemos ser, y quizás la belleza de lo patético que, no obstante, queremos olvidar rápidamente. Pero el frío no se olvida. El frío nos habita y la belleza es una proyección, fugaz, quizás la génesis de una acción iluminada que de cualquier manera vuelve a cero, al silencio del invierno, a la destrucción de esa acción donde analizar qué queda en pie, y para qué. ¿Para mí, para vos? ¿Para distraernos de la ausencia segura, de la distancia idiota que recorremos persiguiendo el misterio impalpable de la primavera?
Ando vestido de la ropa de todos mis amigos, todos mis hermanos. Recuerdo que yo les hablaba de la primavera y ellos acudían alegres hasta mí y me daban sus ropas y me bañaban y me daban de comer y beber. Proyectaba sobre ellos mi ilusión y ellos reaccionaban como abejas ecstáticas ebrias de polen. Aquellas orgías en que todavía hablábamos por horas, indiferentes a la noche o al día. Y yo encontraba ese instinto de acción, de vestirme con sus ropas y andar y dedicar una oda a cada brote de cada árbol. No eran sus ropas ni las mías sino que era como una corteza común, una piel común, mía por derecho y de todos los demás, pues la luz era bella y eterna. Me reía de mis pobrezas y todo era riqueza, colores nuevos inimaginables y ángulos de vista que nos alcanzaban desde miles de reflejos sucesivos.
Todo era todo y más, el sueño indomable y la capacidad de tocar una estrella sin quemarse, sin morir de frío.
Ahora ando sin piel por la ciudad, arrastro los pies y una tos me aprieta el pulmón izquierdo. Lo toco con la mano derecha como queriendo tranquilizarlo, reintegrarlo a esta falsa armonía de sueño resquebrajado. No me oye. Mi pulmón mira mis ropas y se ríe con una tos. Son las mismas ropas de mis amigos, gastadas, deformes. No son mías y no son ropas de invierno. Proyectan una luz apagada que apenas si alcanza al espejo. Estar desnudo en el espejo en invierno, pésima idea. Mis ojos, los últimos idiotas, todavía buscan el reflejo del calor, de la primavera de mil sueños. Buscan a los amigos que me vistieron y éstos me miran corriendo la vista. Les duele verme vestido así, tan ceniza sobre esos fueguitos que son un recuerdo que hiere. No pueden atravesarme y me evitan, nos atraviesa el frío y seguimos de largo, en las lejanías frías de cada uno. Por un instante veo pánico en sus ojos, ese temor persistente a haberse visto morir y deber negar, esa primavera en que nos tocamos y que todavía me viste y que no es sino un sueño, una irremontable metáfora.
¡Morirás con el invierno!, parecen querer decir. Ya no puedo cumplirles ese sueño pero de seguro lo haga, porque ando desnudo por la ciudad y no siento más que el frío, y mi mente incapaz de recitar de memoria las odas de la primavera. Ya no tenemos ojos sino estas capas grises y lejanas que nos recubren, como un mal chiste de las promesas que no se cumplieron. ¿Era nada más que un chiste? (Decían que todo chiste tenía algo de realidad.) ¿Cómo iba a saberlo? Resistí con tenacidad incluso al otoño, juntando hojas y colores que muy pronto se destiñeron. Ecos lavados que recorrían el espacio en que se inserta el silencio con mi centro por centro, cuando no hay más que frío y estas ropas usadas no son sino la parodia de nuestra ingenuidad, de aquella primavera, aquella exhuberancia de los sueños y el camino inexorable hacia el frío que es esta soledad, solo y sin techo, en la ciudad.
Ahora me acuerdo de todas las metáforas y bellas imágenes sobre la primavera que desde chicos nos hicieron repetir, aprender, soñar. ¡Todas! Aunque ni una podría recitar, ni una volvería a ser palabra, porque los sueños son ajenos a la palabra, apenas quizás anteriores a ella, quizás un resultado, así como la primavera es ajena al invierno y no podemos determinar si es causa o consecuencia de él. Todo en mí busca fogosamente la metáfora de la primavera, la manera de olvidar el invierno, de ver la belleza erguirse por sobre todas las palabras que inundan el decorado como el humo de una hoguera en una noche fría, muy fría. ¿Y vuelve otra vez la metáfora? ¿Se agota? ¿Se detiene el tiempo finalmente en invierno o en primavera?
Es condición de la belleza su fugacidad, su rayo cálido que cae sobre nosotros como una proyección, no es nosotros. Nosotros volvemos siempre al estado original y primitivo del invierno, el aire frío prendido a los huesos desde adentro. Lo más íntimo que podemos ser, y quizás la belleza de lo patético que, no obstante, queremos olvidar rápidamente. Pero el frío no se olvida. El frío nos habita y la belleza es una proyección, fugaz, quizás la génesis de una acción iluminada que de cualquier manera vuelve a cero, al silencio del invierno, a la destrucción de esa acción donde analizar qué queda en pie, y para qué. ¿Para mí, para vos? ¿Para distraernos de la ausencia segura, de la distancia idiota que recorremos persiguiendo el misterio impalpable de la primavera?
Ando vestido de la ropa de todos mis amigos, todos mis hermanos. Recuerdo que yo les hablaba de la primavera y ellos acudían alegres hasta mí y me daban sus ropas y me bañaban y me daban de comer y beber. Proyectaba sobre ellos mi ilusión y ellos reaccionaban como abejas ecstáticas ebrias de polen. Aquellas orgías en que todavía hablábamos por horas, indiferentes a la noche o al día. Y yo encontraba ese instinto de acción, de vestirme con sus ropas y andar y dedicar una oda a cada brote de cada árbol. No eran sus ropas ni las mías sino que era como una corteza común, una piel común, mía por derecho y de todos los demás, pues la luz era bella y eterna. Me reía de mis pobrezas y todo era riqueza, colores nuevos inimaginables y ángulos de vista que nos alcanzaban desde miles de reflejos sucesivos.
Todo era todo y más, el sueño indomable y la capacidad de tocar una estrella sin quemarse, sin morir de frío.
Ahora ando sin piel por la ciudad, arrastro los pies y una tos me aprieta el pulmón izquierdo. Lo toco con la mano derecha como queriendo tranquilizarlo, reintegrarlo a esta falsa armonía de sueño resquebrajado. No me oye. Mi pulmón mira mis ropas y se ríe con una tos. Son las mismas ropas de mis amigos, gastadas, deformes. No son mías y no son ropas de invierno. Proyectan una luz apagada que apenas si alcanza al espejo. Estar desnudo en el espejo en invierno, pésima idea. Mis ojos, los últimos idiotas, todavía buscan el reflejo del calor, de la primavera de mil sueños. Buscan a los amigos que me vistieron y éstos me miran corriendo la vista. Les duele verme vestido así, tan ceniza sobre esos fueguitos que son un recuerdo que hiere. No pueden atravesarme y me evitan, nos atraviesa el frío y seguimos de largo, en las lejanías frías de cada uno. Por un instante veo pánico en sus ojos, ese temor persistente a haberse visto morir y deber negar, esa primavera en que nos tocamos y que todavía me viste y que no es sino un sueño, una irremontable metáfora.
¡Morirás con el invierno!, parecen querer decir. Ya no puedo cumplirles ese sueño pero de seguro lo haga, porque ando desnudo por la ciudad y no siento más que el frío, y mi mente incapaz de recitar de memoria las odas de la primavera. Ya no tenemos ojos sino estas capas grises y lejanas que nos recubren, como un mal chiste de las promesas que no se cumplieron. ¿Era nada más que un chiste? (Decían que todo chiste tenía algo de realidad.) ¿Cómo iba a saberlo? Resistí con tenacidad incluso al otoño, juntando hojas y colores que muy pronto se destiñeron. Ecos lavados que recorrían el espacio en que se inserta el silencio con mi centro por centro, cuando no hay más que frío y estas ropas usadas no son sino la parodia de nuestra ingenuidad, de aquella primavera, aquella exhuberancia de los sueños y el camino inexorable hacia el frío que es esta soledad, solo y sin techo, en la ciudad.
lunes, 18 de julio de 2016
como en un videogame
avanzando
derribando
más y más rivales
enemigos
las caras del temor
vienen
les pego en la cara
con toda la fuerza
otros vienen de costado
me tocan
me vuelven a tocar
de alguna manera
les pego en la cara
yerro a la primera
quizás la segunda,
la tercera,
le doy
o no
queda atrás
o avanzo,
como en un videogame
(un videogame estático no es un videogame
ni se muere por él)
y al avanzar
me inflaba
superando!
me animaba
y vaya si me inflaba
un enemigo duro
bien derrotado
es paladar por horas
y ahí lógico se demora
repitiendo aquello en la mente
y vaya si se demora
ese placer
era el sentido!
pero nomás otro
otro bicho
cuándo faltan?
ya he dejado de ganar?
de golpe
vuelve el golpe
en la cara
la propia
y es como el primero!
ah!
los mismos ataques
con las viejas formas
el fenómeno es igual a sí
un golpe
en la cara
un sólo lugar
donde deba pegar
da igual el lugar!
los instantes
posteriores al primer gran golpe
en la cara
de cada cual
equivalen a todos los instantes
posteriores a cada golpe
en la cara
iremos desgranando
esa misma sóla sensación
en cada golpe
perdiendo mansamente
la capacidad de dolor
sin embargo las formas
en que se repiten
las perras, perras formas
todas ellas
siempre tan iguales...
vamos
aprendamos videogames
avanzando
derribando
más y más rivales
enemigos
las caras del temor
vienen
les pego en la cara
con toda la fuerza
otros vienen de costado
me tocan
me vuelven a tocar
de alguna manera
les pego en la cara
yerro a la primera
quizás la segunda,
la tercera,
le doy
o no
queda atrás
o avanzo,
como en un videogame
(un videogame estático no es un videogame
ni se muere por él)
y al avanzar
me inflaba
superando!
me animaba
y vaya si me inflaba
un enemigo duro
bien derrotado
es paladar por horas
y ahí lógico se demora
repitiendo aquello en la mente
y vaya si se demora
ese placer
era el sentido!
pero nomás otro
otro bicho
cuándo faltan?
ya he dejado de ganar?
de golpe
vuelve el golpe
en la cara
la propia
y es como el primero!
ah!
los mismos ataques
con las viejas formas
el fenómeno es igual a sí
un golpe
en la cara
un sólo lugar
donde deba pegar
da igual el lugar!
los instantes
posteriores al primer gran golpe
en la cara
de cada cual
equivalen a todos los instantes
posteriores a cada golpe
en la cara
iremos desgranando
esa misma sóla sensación
en cada golpe
perdiendo mansamente
la capacidad de dolor
sin embargo las formas
en que se repiten
las perras, perras formas
todas ellas
siempre tan iguales...
vamos
aprendamos videogames
martes, 12 de julio de 2016
Para escribir sobre la depresión
hay que dejar de estarlo
luego de haberla padecido
intensamente
y luego no querer recordarlo
y no escribir nada al respecto;
¿Si cortase por la raíz
habrían chances de perder la raíz
y no sostenerse ya jamás?
Dirá el vagabundo
que el viento lo tumbó:
no sólo lo tumbó
sino que ya no tiene qué escribir.
hay que dejar de estarlo
luego de haberla padecido
intensamente
y luego no querer recordarlo
y no escribir nada al respecto;
¿Si cortase por la raíz
habrían chances de perder la raíz
y no sostenerse ya jamás?
Dirá el vagabundo
que el viento lo tumbó:
no sólo lo tumbó
sino que ya no tiene qué escribir.
domingo, 10 de julio de 2016
un frío hiela la sangre
lo vemos!
vemos q no estamos en ningún lugar
lo vemos también!
nadie alcanza a ver sin embargo
si es esto emergencia
o constante
y las reacciones son como choques
cargados de melancolía.
todavía muchos miran mal:
eso de entender frenéticamente las cosas
es propio de una miopía realista audaz,
de los todavía tímidos
a perder la vista en el cielo.
Los que sí miran para arriba
partiendo el ojo
se marean cuando bajan la mirada
todo baja
nadie está libre del terror!
pero así siempre
pues así es
marearse siempre
hasta olvidar el vértigo,
hacerse del mar,
que de seguro no es conclusión
sino apenas conciencia de mareas
de corriente inacabable, toda, una, distinta cada vez,
una mancha de humedad que ablanda el cráneo
para poder aprehender del mareo
y que no sea apenas lluvia de piedritas
golpeando las paredes de un cráneo seco.
Por todos los rinconces del planeta
yace un pedacito de mi cerebro
un pedacito húmedo
activo
que no funciona como antena
sino, y exagerando te digo,
como una posibilidad,
nada más que eso
y así es como estalla el horizonte
y se esfuman las dimensiones del conflicto
haciéndome también un poco de cosquillas.
Un pedacito de posibilidad.
De otra manera el frío no hace ningún sentido.
lo vemos!
vemos q no estamos en ningún lugar
lo vemos también!
nadie alcanza a ver sin embargo
si es esto emergencia
o constante
y las reacciones son como choques
cargados de melancolía.
todavía muchos miran mal:
eso de entender frenéticamente las cosas
es propio de una miopía realista audaz,
de los todavía tímidos
a perder la vista en el cielo.
Los que sí miran para arriba
partiendo el ojo
se marean cuando bajan la mirada
todo baja
nadie está libre del terror!
pero así siempre
pues así es
marearse siempre
hasta olvidar el vértigo,
hacerse del mar,
que de seguro no es conclusión
sino apenas conciencia de mareas
de corriente inacabable, toda, una, distinta cada vez,
una mancha de humedad que ablanda el cráneo
para poder aprehender del mareo
y que no sea apenas lluvia de piedritas
golpeando las paredes de un cráneo seco.
Por todos los rinconces del planeta
yace un pedacito de mi cerebro
un pedacito húmedo
activo
que no funciona como antena
sino, y exagerando te digo,
como una posibilidad,
nada más que eso
y así es como estalla el horizonte
y se esfuman las dimensiones del conflicto
haciéndome también un poco de cosquillas.
Un pedacito de posibilidad.
De otra manera el frío no hace ningún sentido.
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