domingo, 31 de julio de 2016

después de pocas horas
que aún se extienden y no logro fragmentar
aún ni rozamos el nombre de la materia invisible que,
no obstante, nos toca siempre;
cuando le doy la espalda
me recibe de frente,
y todo lo que me alejo
(usando fuerte los pies)
no me aleja un milímetro,
acaso si somos un bocadito de acción
caminando por el centro
excitados en la ingenua ficción
del poder escapar.
con estos mismos símbolos
adoramos el gesto de la distancia crítica
el de las alas que no necesitasen del aire
para volar;
"seguí tu camino",
gritan hoy las paredes
y esconden los hilos
que no te dejan mover,
hilos con los que atás tus tobillos
a los míos
a los de un gato
a los de un árbol
a una calle
una canción
a los de una sombra que aún no es
y que igual te ata
tira
lleva
atrapa
mueve
y si te cansás
e invisibilizás ese poquito
es que empezás a ir
hacia el centro,
que no es un tobillo
sino, apenas al comienzo,
la gravedad del silencio,
y luego la ausencia de la distancia
y luego la distancia en que queda
ese viejo sueño de escapar;
la astucia con que el mar
resuelve sus pleitos consigo mismo
llamándolos no por nombres filosos,
apenas mar


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