la pobreza de imaginación
es un delito poco punido,
vivís y vivís
y ni sabés de qué acabar;
cuidado con esas ligerezas
que te permitís
en nombre del sin nombre,
porque decís amar
al temer pensar
y tu cuerpo
no llega a saber
sobre qué se sostiene
una cabeza
verás cómo el cuerpo
te abandona
o acaso lo viste
pero jugando a mirar
para otro lado
y solo volvés los ojos
cuando ya nadie te mira
y maldecís
sin siquiera imaginar
así, coqueta bajo hilos
(uno por cada gesto)
te veo sonreírme
y tocarme
y decirme cuánto está todo bien;
yo veo el títere
en cada hilo
que te manejás
por no llorar de verdad
y adentro tengo un reír
que es el llanto primero
y la risa después;
pero no es por tus ojos
que no lo ves
si estamos tan cerca;
hay una o dos puertas
que apenas sabrías puerta,
son las que exigen
algo de esa magia
que no es propia
de tu poco imaginar;
y a caso de una evasión
tan tuya al fracasar
te vas así seca
sin entender ni un chiste
y buscando otro pollo
que te ayude a no pensar
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