lo último que me gritaron
en la calle
después de imbécil
soberbio
mentiroso
e indeseable
fue
a viva voz
que soy un masoquista
y un masoquista pelotudo
me di vuelta
con esa sonrisa mía
que recibe todo insulto
como quien escucha hablar
aún del infierno
desde una biblia
esa garganta ronca
que me gritaba con uñas
queriendo pegarme
o detenerme
no era más que eso
o no recuerdo ningún otro de sus rasgos
sangraba de ira
y escupía flemas de iris
al hacerlo
tal su contundencia
que no supo explicarme
qué significa el masoquismo
más que cuando dejó de gritar
y se fue
afónico
satisfecho de dolor
yo di media vuelta
todavía sonriendo
y quizás con menos prisa
para no olvidar tan rápido
volví adonde iba
porque sé adónde voy
y aunque cueste llegar
espero encontrarte
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