Me sorprende que cada vez que te mirás al espejo te entendés, no puedo dejar de aplaudir. Tenés un gesto casi automático. Una mano acá, el pelo así, mentón a la izquierda mentón a la derecha, los ojos, la frente así y las orejas lo que son, pero esto acá y eso se enmenda así, mejor la izquierda, mejor, soy esto que se sostiene así, estoy y me voy a hilarme ya mismo al entretejido humanoide porque esta cara con este gesto, de entre todas las cosas esto, así nariz y hombros y todo, al final todo, como quien quiere la cosa.
No puedo dejar de aplaudir.
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